Sala 7; La ciudadanía de las mujeres
«La mujer mexicana, que no se ha excluido de la parte activa revolucionaria, no se le excluya en la parte política […] la senda de su dignificación de la que en gran parte dimana la significación de la patria. «
Hermila Galindo, mensaje de petición del voto ante el Congreso Constituyente, 1916
Desde 1824 un excepcional y reducido grupo de zacatecanas había solicitado al Congreso Constituyente participar en la toma de decisiones. Casi un siglo después, la Revolución propició la participación política de las mujeres. Primero exigieron a Emilio Vázquez Gómez que se les otorgara el voto, después presentaron la misma demanda ante el gobierno provisional de Francisco León de la Barra y al constitucional de Francisco I. Madero. Hermila Galindo presentó la iniciativa en el congreso feminista de 1916 en Mérida y ante el Congreso Constituyente de Querétaro en 1917, sin lograr su objetivo.
La lucha de las mujeres por el sufragio prosiguió durante la segunda y tercera décadas del siglo XX. Surgieron muchas asociaciones: el Partido Feminista Revolucionario y el Bloque Nacional de Mujeres Revolucionarias, entre otras. Se llevaron a cabo tres congresos nacionales de obreras y campesinas, de los que surgió el Frente Único Pro Derechos de la Mujer, que reunió a 800 agrupaciones femeninas de todo el país, con cerca de 50 mil miembros, cuyo objetivo fue obtener la ciudadanía y el derecho a votar.
Sólo Yucatán, San Luis Potosí y Chiapas concedieron a la mujer el voto en el nivel local de 1923 a 1925; se eligió por vez primera a mujeres para diputadas locales. Sin embargo, la experiencia fue efímera, en tanto permanecieron en el poder los gobernantes que consideraron que la Constitución no prohibía a las mujeres votar.
Lázaro Cárdenas envió la iniciativa para reformar la Constitución, pero la discusión se llevó todo el sexenio y al llegar la sucesión presidencial la reforma no se realizó por considerarse que el voto de las mujeres favorecería al candidato de oposición.
Fue hasta 1947 cuando en el gobierno de Miguel Alemán se otorgó el voto a nivel municipal. Posteriormente, en el de Adolfo Ruiz Cortines se dio en el nivel federal hasta 1953, después de que Naciones Unidas había recomendado hacerlo a los países que aún no daban la ciudadanía a las mujeres, como una condición indispensable para la democracia y el desarrollo del país.