Sala 6; De maestras a revolucionarias
«Es tiempo de que las mujeres mexicanas reconozcan que sus derechos y obligaciones van más allá del hogar.»
Dolores Jiménez y Muro, 11 de septiembre de 1910
Durante el gobierno porfirista, el liberalismo dejó de ser revolucionario, se estableció un régimen dictatorial de “orden y progreso”, se concentró el poder y la riqueza y se suprimieron las libertades. Aumentó la desigualdad entre las clases sociales hasta provocar el estallido revolucionario. Se demandaron derechos políticos y sociales.
A finales del siglo XIX y principios del XX, las mujeres organizaron clubes políticos contra la dictadura. La participación de las maestras normalistas fue fundamental: hicieron conciencia de las injusticias; organizaron clubes antirreeleccionistas y participaron en todo el proceso revolucionario: en los diferentes grupos revolucionarios, redactando planes, escribiendo en la prensa y fundando sus propios periódicos. También tomaron las armas, mandaron tropa y recibieron el grado de coronelas, entre ellas Dolores Jiménez y Muro y Juana Belén Gutiérrez. En la lucha por los derechos civiles y políticos de las mujeres destacó en las filas constitucionalistas Hermila Galindo.
Parte esencial de la Revolución social fue el colectivo de las soldaderas, que acompañaron a todos los ejércitos revolucionarios: alimentándolos, curándolos, sirviendo como espías, correos y también participaron en la lucha armada.
Las mujeres hicieron la Revolución, pero la Revolución no les hizo justicia a las mujeres: no se les reconoció como ciudadanas.